sábado, 9 de noviembre de 2013

MIS CRÓNICAS DE NY: 28 DE JUNIO Y ENTONCES ME ADENTRÉ EN BROOKLYN

Segundo amanecer en NY y el jetlag me seguía persiguiendo, nada más salir el sol en la ciudad de los rascacielos a eso de las 5:30,  ya estaba yo  con los ojos como platos, aunque he de aclarar que tampoco es que me agobiase el tema, me sentaba en la cama y contemplaba una y mil veces el panorama desde mi ventanal, pero me obligué a tumbarme un rato más y voilá, amanecí casi a las nueve!!, así que me levanté tranquilamente, ya que hoy iba sin prisa y me encontré a Kyle preparando un refrescante smoothie; tras ofrecerme uno y poner cara mezcla de sorpresa y espanto ante mi respuesta de “sí gracias lo quiero pero nunca lo he probado” se dispuso a preparármelo y he de decir que me resultó delicioso, metió en una máquina hielo y todo tipo de fruta que encontró y el resultado lo volcó en un inmenso vaso que me ofreció con su habitual amabilidad y cara de expectación hasta que lo probé, sonriendo poco después al ver mi cara de aprobación. Como ya os he contado, hace un calor de muerte y esté cóctel fresquito de vitaminas por la mañana sienta de maravilla. Yo me senté a degustarlo tranquilamente en la enorme mesa de madera encerada (una pasada de mesa), mientras él se afanaba en preparar otro a Liana que acababa de hacer aparición. Así que nos sentamos a la mesa los tres a charlar, preguntándome que había hecho el día anterior, cuando les conté todo lo que había hecho y visto y todo a pie me miraban atónitos, pero a la vez yo creo que encantados y más tranquilos de que en mi primer día me hubiese desenvuelto tan bien. Tras el desayuno y la charla, ellos se marcharon con sus bicis y yo me quedé sola en casa, todo un lujo la verdad, así que puse música y me arreglé tranquilamente sin prisas, estaba en NY (me parecía tener que recordármelo a cada instante para creérmelo) en un piso de ensueño y con un día por delante para disfrutar, ¿se podía pedir más?.


Así que tras una larga conversación con mi hermana por Tango (genial aplicación para videoconferencias), se me hicieron las doce y por fin salí a la calle, a poquísima distancia de casa tenía el metro  y lo cogí para dos estaciones solamente, mi destino eran tres pero me bajé una antes para explorar el barrio de Carroll gardens, todo por culpa de Bianca y su blog Sola en NY y bendita culpa!! empecé por el parque del mismo nombre Carroll park y que delicia contemplar lo que allí ocurría, montones de niños en bañador jugando a esquivar los chorros de agua pulverizada que salían de una fuente central y varias laterales, chillando y disfrutando como locos, empapados de arriba abajo, vamos que faltó poco para meterme con ellos en el lío, jajajaja, pero después había quedado y había que mantener la compostura.





Salí del parque por una de sus salidas a la calle Smith y empecé a caminar por ella, el espectáculo que hoy se abría ante mí era muy diferente del que me ofrecieron el día anterior las calles de Manhattan, pero ni un ápice de menos sorprendente, casas bajas, escaparates preciosos, tiendas de barrio, infinidad de bares, cafeterías, heladerías, y calles que cruzaban perpendiculares a la que iba andando con hileras de casas de ladrillo rojo con su patio en la entrada sus escaleras en la fachada, sus árboles delante en la calle, zona totalmente residencial con transeúntes pero con una calma encantadora, tan solo rota por una musiquita que se oía a lo lejos que no supe identificar, pero que dos calles más allá descubrí que se trataba de un camión de helados, qué auténtico, madre mía!!!¿pero ésta bucólica imagen era real?, iba paseando encantada con una sonrisa de oreja a oreja, como muchas otras veces durante el viaje, cualquiera que me viese podría haber hasta pensado en un abuso de sustancias psicotrópicas, jajajajajaja, de la felicidad que me embargaba.








Caminando por el barrio llegué a ver la entrada del puente de Brooklyn pero no llegué hasta él, tenía que comer y a las 16:30 había quedado. Evidentemente no me había adaptado todavía a los horarios de comidas de allí y aunque al salir del apartamento a eso de las doce hubiese sido una buena hora según las costumbres locales para comer, me resistí como buena española que acostumbra a comer bastante más tarde, así que deshice camino por la calle Smith y decidí buscar un sitio cercano al lugar donde había quedado pues no me quedaba mucho tiempo. El sitio elegido fue el Dassara Brooklyn Ramen, ahí arriesgando sin saber mucho donde me metía pero tenía muchas ganas de probar el ramen (la versión japonesa de la sopa de fideos chinos) y me dije, ¿Qué mejor ocasión? Así que pedía un menú con falafel de primero y ramen de segundo y que incluía una cerveza Blue Ribbon que me supo a autentica gloria, podéis ver en las fotos la pinta que tenía todo. El falafel…..bueno que deciros una de las cosas que he descubierto en NY gastronómicamente hablando es que no me gusta el cilantro y en el falafel saltaba bastante, pero soy de buen comer y no dejé ni una miguita, pero en cambio el bowl de fideos, madre mía que rico estaba y comiéndolo con palillos totalmente mimetizada con el ambiente. No tengo problema en sentarme sola en un restaurante a comer lo llevo haciendo muchos años y al igual que hay personas que por no sentarse solas comen cualquier cosa, yo no, pero aún así pude comer con cierta compañía ya que el amabilísimo camarero me dio la contraseña wifi, práctica que pude comprobar en mi viaje que es de lo más habitual, y llame a la familia para que siguieran en primera persona mis andanzas. El menú me costó 15$ más la propina, que me pareció muy bien, por la calidad, cantidad, ambiente y trato recibido.












Cuando acabé de comer y con la tripa llenísima me dirigí a la parada de metro donde había quedado y....¿con quíen, os estaréis preguntando?, pues ya os hablé de ella en otro post, con Carola una malagueña afincada en Brooklyn en concreto en este maravilloso barrio, y a la que conocí por su blog, la cual me ayudó mucho con informaciones super útiles las semanas previas a mi viaje. Así que allí nos encontramos y nos desvirtualizamos al fin, ella iba acompañada de una amiga y nos fuimos las tres a tomar un café, mi primer café allí, un capuccino frío que me supo a gloria, ¿o es que allí todo me sabía a gloria?, jajaja.  Tras el café y la charla, nos fuimos a buscar a sus hijas al parque donde estaban con su nany, y tras recogerlas nos fuimos a llevar al médico a una de ellas, esto si que era lo que yo quería, en Brooklyn y haciendo cosas de la vida cotidiana.
Así que hechas todas las tareas fuimos a buscar al marido de Carola y me fui con ellos hasta su casa porque muy amablemente me invitaron a cenar, el marido de Carola es un cocinero excelente, así da gusto!

Pase una tarde-noche genial con Carola y su familia, su marido un encanto y que deciros de sus niñas, son increíbles, geniales de verdad que son para comérselas, estaba de lujo con ellos y unos amigos en su casa, pero había llegado la hora de volver a casa, no era muy tarde aún pero las líneas del metro  los fines de semana funcionan como quieren, y en mi segundo día tampoco quería arriesgar tanto!, jeje, así que siguiendo las indicaciones de Carola llegué dando un tranquilo paseo entre las casas tan chulas que hay en el barrio hasta el metro y en tres paradas de estaba en casa.
El día había resultado radicalmente distinto que el anterior, pero como os decía arriba, igual de sorprendente, de la bulliciosa Manhattan a  Bococa en Brooklyn, esto pintaba bien, pero que muy bien, ya me empezaba a alegrar mucho de ,gracias a Bianca de Sola En NY, haber elegido Brooklyn para mi estancia en NY.
Y me metí en la cama en mi tercera noche en la Gran Manzana, inmensamente feliz de la suerte que me acompañaba al haber dado con gente como mis anfitriones y Carola y su familia y por supuesto con una gran sonrisa y no tan cansada como el día previo me entregué a un reparador sueño…….

1 comentario:

  1. Genial!! Asi me gustan a mi los viajes, metiendote de lleno en el lugar. Un besazo!!

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