Eran las seis de la mañana del domingo y me despertó la alegre vocecilla de la enana que ya había vuelto, me vino genial pues debía seguir aprovechando a tope los días que me duraba el NY pass y me puse en marcha, así que consulté las líneas de metro y comprobé como ya me imaginaba que al ser fin de semana la mitad no funcionaban con normalidad , así que elegí la parada que “relativamente”, estaba más cercana a mi destino, el Empire State, que fue la estación de metro de Gran Central. Mi sorpresa fue mayúscula cuando al salir del metro a la calle alzo la vista y allí estaba, total y absolutamente majestuoso el Edificio Chrysler , esa preciosidad Art Decó que durante unos meses fue el edificio más alto del mundo. Siempre defiendo que la vista de Manhatan gana en perspectiva, es decir alejándose para ver la magnitud de los edificios, pero ésta vez encontrarme a los pies de tan emblemático edificio, me volvió a dejar con la boca abierta. Tras un rato de pura contemplación emprendí camino hacia su hermano mayor, bajaba por la quinta avenida y tuve la suerte de contemplarla en una paz y un silencio poco habitual en ésta zona, como os decía era domingo por la mañana y muy temprano, por lo que no sólo me cruzaba con poca gente si no que las tiendas estaban cerradas y era como disfrutar de la famosa Quinta avenida para mi sola, cada vez que rememoro ese paseo lo recuerdo delicioso.
Y andando, bueno más bien paseando y deleitándome con el panorama, llegué al Empire State, aquí se notaba ya más bullir de gente y bastantes turistas que como yo, habían madrugado para evitar las interminables esperas para subir al famoso rascacielos.
Y andando, bueno más bien paseando y deleitándome con el panorama, llegué al Empire State, aquí se notaba ya más bullir de gente y bastantes turistas que como yo, habían madrugado para evitar las interminables esperas para subir al famoso rascacielos.
Aunque impresionante por supuesto, el exterior del edificio es sobrio, mucha línea recta y pocas florituras, pero una vez que accedes al interior se aprecian suelos lujosos, mármoles, una decoración clásica, lujosa, pero al contrario de lo que se podría pensar nada rancia, más bien un lujo atemporal.
Saqué mi ticket y accedí a una atracción que incluye en NY Pass una vez dentro del edificio, el Skyride, es una especie de visita virtual desde el cielo de NY, como si fueses montado en una nave, que simula los movimientos. No me pareció mal, supongo que porque iba incluido, si hubiese tenido que pagar, me habría decepcionado un poco, no lo vi nada del otro mundo y además salí algo mareada.
Así que me disponía a subir a si no el que más, uno de los edificios más emblemáticos del mundo, escenario de encuentros de tantas pelis, no sé cómo explicarlo pero me invadía la emoción y entonces se abrieron las puertas del ascensor y allí estaban, esas indescriptibles vistas que te dejan sin palabras, ese entramado de calles, ese conglomerado de edificios, esos parques, oasis verdes entre toneladas de hormigón, ese enclave único rodeado de agua, esos puentes emblemáticos, intento pero no creo que lo pueda expresar con palabras. Rodeé unas cuantas veces el edificio para no perderme ni un ápice de aquellas vistas, el día estaba despejado así que no podía pedir mucho más que disfrutar y disfrutar.
Me resulto difícil marcharme de allí, muy muy difícil, quería grabar todo en mi cabeza, pero debía seguir camino y dirigirme hacia el Rockefeller Centre, mi próxima parada, donde quería hacer una ruta por los estudios de grabación de la NBC. Saqué mi ticket pero aún me quedaba una hora para entrar, así que decidí comer, una de las pocas veces que me adapté al horario local, porque eran las doce, pero me había levantado tan pronto que además de tener hambre era perfecto para aprovechar el tiempo de espera. Me fui a los bajos del Rockefeller Centre y elegí un restaurante donde tiré de comida típica y elegí unos Mac and Cheese, vamos macarrones con queso que estaban buenísimos.
Me resulto difícil marcharme de allí, muy muy difícil, quería grabar todo en mi cabeza, pero debía seguir camino y dirigirme hacia el Rockefeller Centre, mi próxima parada, donde quería hacer una ruta por los estudios de grabación de la NBC. Saqué mi ticket pero aún me quedaba una hora para entrar, así que decidí comer, una de las pocas veces que me adapté al horario local, porque eran las doce, pero me había levantado tan pronto que además de tener hambre era perfecto para aprovechar el tiempo de espera. Me fui a los bajos del Rockefeller Centre y elegí un restaurante donde tiré de comida típica y elegí unos Mac and Cheese, vamos macarrones con queso que estaban buenísimos.
El tour me gustó, siempre es curioso ver los entresijos de los platós de televisión, que te hablen de curiosidades de las series y los programas, etc, también creo que es una visita más enfocada al turista americano que ésta de vacaciones en NY y conoce al dedillo todos los programas que allí se graban, es decir que la visita para ellos tiene más sentido, sin dejar de ser muy curiosa como ya os he dicho.
Terminada la visita, consulté mi librito del NY pass y decidí ir, ya que estaba allí mismo al Radio City Music Hall, pues también quería hacer la visita guiada que el NY pass ofrecía, y si bien fui con ciertas dudas, no me pude alegrar más de haberlo hecho, me encantó.
Es considerado como el teatro más importante del país, y se le da el apodo "Showplace of the Nation" ("Sitio del Más Interés Turístico en la Nación"). Fue inaugurado el 27 de diciembre de 1932 y, por un tiempo, fue considerado como el primer destino turístico de la ciudad de Nueva York. En su escenario, el espectáculo "Radio City Christmas Spectacular" ha sido presentado anualmente desde 1933. Su interior fue declarado como un punto de referencia del ciudad en 1978 y tiene una capacidad para más de 6000 personas!!, es alucinante!!. No quiero aburriros con detalles, pero imaginad que el escenario tiene 20 m de profundidad y 44 de ancho, para que os hagáis a la idea de las dimensiones, y mil curiosidades más que te explican en la visita, además pudimos ver a Rockettes ensayando y hacernos fotos con una de ellas, Las Rockettes es una compañía de baile de precisión que actúa en el teatro Radio City Music Hall. Durante la época de Navidad, las Rockettes realizan cinco espectáculos al día, los siete días de la semana y llevan haciéndolo durante 77 años. Bueno resumiendo que al final me enrollo, me sorprendió mucho y muy gratamente ésta visita.
Salí como una flecha pues quería ver también el MoMa, no estaba demasiado lejos y me lo había trazado en la ruta del día así que en un pis pás allí me planté, he de decir que no soy muy entusiasta del arte moderno pero estaba en NY y el MoMa tenía claro que no me lo podía perder, me gustó mucho el edificio en sí, con grandes espacios, todo blanco y en cuanto a las obras pues fui un poco a tiro hecho, quería ver Andy Warhol, por supuesto y los impresionistas que sí que son mi debilidad, fueron las obras donde más me detuve, contemplar a Cézanne, Van Gogh o Seurat me fascina, destacaré la Noche estrellada de Van Gogh, Los Nenúfares de Monet o La montaña Sainte-Victoire de Cézanne he de decir que me emboba éste tipo de pintura siendo mi favorito Van Gogh sin lugar a dudas, en el resto del museo vistazo rápido a obras que sinceramente yo no sé dar valor.
Eran las seis de la tarde, el MoMa cerraba y consulte en la guía que sitios seguían abiertos a partir de esa hora, lo que me llevó al Madame Tussauds, el museo de cera, no me entusiasman o al menos eso creía estos museos porque tengo de referencia el de Madrid, y es que he de decir aunque me duela en mi orgullo patrio que el de Madrid es vergonzoso, sin embargo su homónimo neoyorquino me gustó y no sólo eso sino que como mis expectativas eran de lo más bajas, me sorprendió gratamente.
Salí como una flecha pues quería ver también el MoMa, no estaba demasiado lejos y me lo había trazado en la ruta del día así que en un pis pás allí me planté, he de decir que no soy muy entusiasta del arte moderno pero estaba en NY y el MoMa tenía claro que no me lo podía perder, me gustó mucho el edificio en sí, con grandes espacios, todo blanco y en cuanto a las obras pues fui un poco a tiro hecho, quería ver Andy Warhol, por supuesto y los impresionistas que sí que son mi debilidad, fueron las obras donde más me detuve, contemplar a Cézanne, Van Gogh o Seurat me fascina, destacaré la Noche estrellada de Van Gogh, Los Nenúfares de Monet o La montaña Sainte-Victoire de Cézanne he de decir que me emboba éste tipo de pintura siendo mi favorito Van Gogh sin lugar a dudas, en el resto del museo vistazo rápido a obras que sinceramente yo no sé dar valor.
Eran las seis de la tarde, el MoMa cerraba y consulte en la guía que sitios seguían abiertos a partir de esa hora, lo que me llevó al Madame Tussauds, el museo de cera, no me entusiasman o al menos eso creía estos museos porque tengo de referencia el de Madrid, y es que he de decir aunque me duela en mi orgullo patrio que el de Madrid es vergonzoso, sin embargo su homónimo neoyorquino me gustó y no sólo eso sino que como mis expectativas eran de lo más bajas, me sorprendió gratamente.
Cuando salí me di un mini paseo por Times Square, que si bien mi primer día en la ciudad me pareció intimidante y abrumador ya le empezaba a coger el gusto, dirigiéndome después al metro para volver a casa.
Cuando llegué, podéis imaginar el estado de cansancio que llevaba pero recibí un whatsapp de mi anfitrión para que me acercarse a un parque enorme que estaba al lado a conocer a la enana y así hice. La niña era un encanto y desde el primer momento congeniamos. Se nos hizo de noche en el parque y tuve la suerte de contemplar otro gran espectáculo que te ofrecen los parques en NY durante ésta época del año y son miles de luciérnagas iluminando las grandes extensiones verdes de césped al caer la noche. La niña corría y gritaba de un lado a otro “fireflys, fireflys”, “daddy fireflys”, como una loca. Otra cosa aunque me repita, sencilla pero no menos digna de contemplar. Tras conseguir aplacar tanta efusividad de la niña (he de decir que yo no estaba menos eufórica ante tanta lucecita, pero soy adulta y he de mantener la compostura, jeje), y convencerla de abandonar el parque nos dirigimos a una tienda-cafetería donde vendían NY cheesecakes, madre mía que locura, le había comentado a Kyle que era uno de mis postres favoritos y me llevó allí que según él eran insuperables, así que tarta en mano volvimos dando un paseo a casa.
Os estaréis imaginando cual fue mi cena, no?, pues sí habéis acertado, una inmensa porción de la tarta que ni os imagináis como estaba, en serio, tenía que ser pecado seguro!
Os estaréis imaginando cual fue mi cena, no?, pues sí habéis acertado, una inmensa porción de la tarta que ni os imagináis como estaba, en serio, tenía que ser pecado seguro!
Y así con la tripa llena y cansada, muy cansada después del agotador domingo, preparé mi nueva cama (devolví a su propietaria mi habitación temporal, que tan amablemente me había cedido durante su ausencia), y me dejé caer en la nueva sin tiempo para pensar ya que caí profundamente dormida.
ohh que pasada!!!!
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