sábado, 28 de junio de 2014

MIS CRÓNICAS DE NY: 5 DE JULIO EAST VILLAGE, LITTLE ITALY Y ACABAR DE ENAMORARME DE BROOKLYN

Vaya! Y yo que quería madrugar para empezar a usar el NY pass (del que ya os hablaré en una entrada específica), y me han dado las 9 en la cama, que teniendo en cuenta que allí amanece a las 5 y a las 6 la ciudad ya es un bullir constante, es bastante tarde, pero la fiesta de anoche se nota y tampoco llevaba prisa, así que, decidido que hoy no comenzaría mis visitas turísticas desenfrenadas para aprovechar al máximo mi NY pass, me dejé llevar como ya empezaba a ser habitual.
La noche anterior había comentado a Kyle que me encantaban los Iced Capucchinos, así que con el encanto que le caracteriza, cuando hice aparición en la cocina estaba en la afanosa tarea de prepararlos, por lo que no pude por menos de bajarme a la calle para compensar el detalle y, hoy sí, comprar unos bagels calentitos para acompañar los capucchinos, así que sentados en la gran mesa del salón-cocina, nos pusimos como el kiko, mientras hablábamos de lo divino y lo humano, tampoco nada que excediese de mi modesto nivel de inglés, que aunque me defiendo bien, en cuanto se acelera un poco la conversación me pierdo, jajajaja.
Tras recoger el desayuno, Kyle se marchó y yo me quedé con la casa para mi sola, así que estuve un rato preparando rutas y luego me bajé a la calle, salí andando calle arriba porque llevaba la intención de cruzar a pie el puente de Brooklyn y hacer el camino inverso al que ya había realizado, pero ésta vez de día.
El paseo hasta el puente me resultó productivo, ya que poco a poco iba descubriendo más cosas del barrio, entre ellas un GAP outlet que estaba genial y desataría la fiebre de compra compulsiva en mí, que hasta ahora había permanecido bastante dormida.
Cruzando el puente, ni que decir tiene que te obnubilan las vistas que se tienen de Manhattan, pero no sólo eso, el puente es alucinante y siempre está repleto de gente, me encanta pero ¿a quién no?, eso sí el calor que hacía ese día era total y absolutamente sofocante. Yo me jacto siempre de aguantar muy bien el calor, y en realidad allí en grados  raramente se superaban los 30, que acostumbrada a los 40 de la meseta castellana, parecen pocos, pero si le sumas la humedad de la ciudad te hundes en la más sudorosa miseria, jajajaja.












A la salida del puente compré cinco fotos en blanco y negro de NY para ponerlas en casa, son preciosas, pero he de confesar que aún están esperando ser colgadas…….
Así que debido a la incipiente deshidratación de mi cuerpo, busque un Wendy´s y me pedí una limonada tamaño gigante, que me duró segundos y que me recuperó por completo de la pérdida de líquidos sufrida. Y ya que estaba al lado, entré en el famoso Outlet Century 21 para escabullirme del calor en su potente aire acondicionado. Con mi cuerpo fresquito me aventuré a salir al ardiente asfalto de nuevo, para meterme en el metro e ir a la zona del East Village, una zona con mucho encanto y para pasearla sin prisas como tuve la suerte de hacer, por allí andando llegué a Little Italy, que en la actualidad se reduce poco más que a una calle ya que los chinos han ido comiendo terreno y lo han reducido a eso, pero bueno se ha de pasar por la calle, con todas las trattorías y el olor a pizza y salsa de tomate tan característico.















Seguí camino para coger el metro atravesando Chinatown hasta Canal st. Y me fui a casa, a lo tonto había pasado medio día y había quedado a las 7 con Kyle. Iba bien de tiempo, bueno más que bien, pero he de confesar que mi adelanto en el regreso a casa, era porque estaba deseando pasar a la tienda de GAP, ya os dije que me había despertado el instinto consumista, así que entre shorts, vaqueros y gorras, me llevé a casa mi primera compra en condiciones desde que llegué a NY. Estaba  llegando a casa y seguía haciendo calor, así que cuando vi un puesto en el que vendían fruta fresca cortada en vasos gigantes y fresquita porqué la tenían en hielo, ni me lo pensé y por 2$ me di un festín de piña y sandía que me supo a gloria aparte de seguir reponiendo mi cuerpo de los estragos del calor.

Cuando llegué a casa ya estaba por allí Kyle esperando, así que me di una ducha me puse calzado cómodo, pues me avisó de que iríamos andando y a la calle otra vez, si es que es un no parar!!
El paseo fue por el alucinante barrio de Brooklyn Heights y digo alucinante porque cuando lo llaman la joya de la corona de Brooklyn lo dicen por algo, en serio, Brooklyn Heights  comprende desde Atlantic Avenue y Clinton Street hasta el East River, donde el paseo maritimo  llamado Brooklyn promenade proporciona la mejor vista en la ciudad del espectacular skyline de Manhattan, todo en las inmediaciones de tres parques y maravillosas “townhouses”. Las calles están alineadas con espléndidas mezclas de “brownstones”, recordando el estilo griego o gótico y de casas de estilo federal, dando al barrio una atmósfera de histórico Nueva York. Bueno para que os hagáis a la idea, unos casoplones enormes restaurados e impresionantemente preciosos, todo lleno de árboles y de tiendecitas de barrio o restaurantes super cool,  en fin yo viviría allí con los ojos cerrados,  no me extraña que las celebrities, ellas que pueden, se muden a éste barrio.
Como os cuento, el lugar más visitado del barrio es el Brooklyn Heights Promenade, un paseo arbolado y con jardines a la orilla del East River. El Promenade es el lugar favorito muchos neoyorkinos, para fotos de boda etc y uno de los destinos más atractivos para los turistas por sus espectaculares vistas de Manhattan y del puente de Brooklyn.
 

Yo que hasta ahora, ya estaba alucinada con la ciudad, en ese me rendía total y absolutamente ante ella, en serio ver anochecer allí es algo que todo el mundo debería ver, ya que lo de vivir en el barrio lo veo francamente difícil…jajaja. ¿Millonarios voluntarios entre mis lectores?













Volvimos dando otro paseo atravesando otro de los barrios de moda en NY, también en Brooklyn y llamado Dumbo que es el  acrónimo de “Down Under the Manhattan Bridge Overpass”, que aunque suene así de bucólico quiere decir “hacia abajo por el paso elevado del puente de Manhattan”. Es un barrio en total auge y que va entre los puentes de Manhattan y de Brooklyn en una parte y otra desde la zona este del puente de Manhattan hasta la zona de Vinegar Hill.  Barrio de tradición artística, que alojaba a muchos de ellos por los bajos alquileres y que aunque ahora se han disparado,  pretende seguir teniendo el tinte de barrio bohemio de artistas. Hay restaurantes muy chulos y bastantes sitios de moda, para comprar, tomar copas etc.

Así que allí nos sentamos a cenar en un mejicano muy cuco, unas fajitas buenísimas con Coronitas, que allí son Coronas aunque sean del mismo tamaño.  La cena genial, al igual que la compañía y también trasiego de gente cool  que desfilaba de un lado a otro delante de nosotros, que también mola, jajaja.



Volvimos dando un agradable paseo y la verdad que estaba agotada así que agradecí enormemente a mi cicerone el gran paseo y la cena y me fui a la cama.

Me había fascinado todo lo que había visto, es una pena que los turistas en general  carezcan de tiempo para conocer estas zonas de la cuidad y pasearlas, no verlas desde un autobús, para mí son mucho más sorprendentes que Manhattan, que si quitar un ápice de mérito es algo más predecible sin dejar de ser impresionante.

Me sentía súper agradecida a Bianca del blog Sola en NY, que me recomendó sin duda que me alojase en Brooklyn, si es que iba para una larga estancia, gracias a que hice caso porque de principio lo había descartado y ahora se había convertido en una de las grandes suertes de mi viaje.

El día había sido inmejorable y con la imagen del skyline de Manhattan en la retina y pensando en volver sin duda en los días siguientes, me entregué a un reparador sueño.

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